Canto de entrada
Tal como nos dice la Iglesia, el canto de entrada abre la celebración, favorece la unión de los fieles que se han reunido, y hace entrar en el misterio que celebramos (tiempo o fiesta). Acompaña la procesión del sacerdote y los ministros hasta que estén en su lugar del mismo modo como Cristo entra en su Templo en medio de su pueblo.  

Tiene que ser un canto participativo, con una melodía simple y una letra que ponga de manifiesto la alabanza del pueblo de Dios que acoge a su Salvador. Es bueno elegir un canto conocido por la asamblea para promover la unidad.  

Preparación Penitencial  
Después del invitatorio (una pequeña invitación al arrepentimiento) se deja un momento de silencio para el recogimiento. Todos, ministros y fieles, se reconocen pecadores, para acoger mejor el don de Dios. El Kyrie es un rito en sí mismo, es lo que se llama un canto ritual.

La elección de cantos bellos, pero al mismo tiempo sencillos, sin excesivas complicaciones permite enriquecer la celebración no sólo en el aspecto musical y cultural, sino con un bien mayor que debemos tener en cuenta: fomentar la participación de la asamblea.  

Gloria
EL himno del Gloria es una de las más antiguas tradiciones cristianas (siglo II). Es un modelo de oración cristiana que alaba al Padre, suplica al Cordero, en el Espíritu Santo. Nuestro canto se une a aquel con el que los ángeles, ante la cuna, celebraban el misterio de la Encarnación.   

Está hecho para ser cantado con toda la asamblea o alternando con el coro o el animador de cantos. Es un canto ritual. Por tanto, no puede ser sustituido por otro tipo de canción, aunque sea de alabanza, ya que las palabras nos han sido dadas por la Iglesia. Excluiremos cualquier tipo de "versión o letra alternativa" que nos harían pensar que se trata de un canto como otro cualquiera.

El salmo  
Tal como atestigua la tradición judía y cristiana, los salmos están destinados a ser cantados. El salmo, llamado responsorial, responde a la Palabra que ha sido escuchada por la Asamblea. Ha sido elegido para hacerse eco de la primera lectura. (El salmista canta en nombre de la asamblea)

Hay varias maneras de cantar:  
- los versos son entonados por el salmista intercalados por una antífona cantada por la congregación. De esta manera, haciéndose eco del salmo, la antífona actúa como una impregnación en el corazón de los que la cantan.   
- La asamblea y el salmista cantan alternativamente el salmo siguiendo una melodía predeterminada. De este modo los fieles cantan la palabra de Dios y al mismo tiempo se encarna en ellos.  

La aclamación de la Palabra
El aleluya es una aclamación alegre, que significa "alabar a Dios" (en hebreo), que acompaña a la procesión del Evangeliario hasta el ambón. Esta es la segunda vez - después del Gloria - que la liturgia toma prestado su canto al de los ángeles. La tercera vez, será en el Santo. Durante la Cuaresma, el Aleluya se reemplaza por una antífona que aclame a Cristo presente en su palabra.  

Este aleluya precede a un verso aleluyatico que el animador puede también cantar, sería necesario prepararlo con antelación para que este momento de la celebración no sea olvidado o pase desapercibido.

El credo.
El símbolo o profesión de fe, tiene como objetivo que las personas asientan y respondan a la Palabra de Dios. El símbolo debe ser dicho por el sacerdote con el pueblo, los domingos y días de fiesta (solemnidades). La letra tampoco puede ser versionada, las palabras del credo no deben cambiarse, pero sin embargo puede ser cantado.  

La oración universal  
Después de haber proclamado juntos el credo, se nos insta a interceder por la Iglesia y sus pastores, por el mundo y sus líderes, por aquellos que están sufriendo, por nuestra comunidad local. El estribillo de la oración universal ayuda a toda la asamblea a entrar en esta intercesión. Para la elección de este estribillo, se tendrá en cuenta que esté dirigido a la misma persona que están dirigidas las intenciones y  el tiempo litúrgico que se esté celebrando.   

Procuremos no tener prisa y dejar un tiempo de silencio después de leer cada intención. 

Canto para el ofertorio 
Este momento marca el inicio de la liturgia de la eucaristía. Se presentan a Dios el pan y el vino que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Un canto puede acompañar la procesión y la presentación de las ofrendas. Este canto debe ayudar a vivir la gracia del momento: presentamos toda nuestra vida a Cristo, quien la unirá a su propia ofrenda al Padre. Se puede cantar durante todo el tiempo del ofertorio.

El canto debe ayudar a la asamblea a concentrar su atención sobre lo que sucede en el altar, por esta razón, en el momento de elegir una canción, debemos asegurarnos que la letra hable de lo que está sucediendo y es bueno no dirigir el canto desde el ambón para no distraer a la asamblea. Una hermosa pieza instrumental también puede ser una buena opción.  

Santo  
Este cántico celestial de adoración es verdaderamente una aclamación alegre que debe surgir de inmediato tras el prefacio. Aclamamos la santidad de Dios, y al mismo teimpo nos preparamos para acoger a aquel que viene en Nombre del Señor: Jesucristo, que en unos momentos se hará presente sobre el altar. ¡Hosana!

Corresponde al animador la tarea de asegurar la secuencia armónica entre prefacio y el Santo. Es muy conveniente, del mismo modo que en el Gloria, no recitarlo, mejor cantarlo.  

Anamnesis
La anamnesis conmemora la muerte y resurrección de Jesús y proclama su regreso en gloria. La anamnesis es una aclamación a Cristo hecha por todo el pueblo (aunque el sacerdote puede empezarla).

Doxología final.
La oración eucarística se inició en una atmósfera de alabanza y termina en la doxología (palabra griega “doxa”, que significa gloria o alabanza) dirigida a Dios Padre por medio del Hijo en el Espíritu. Esta doxología trinitaria - culminación final de la gran y solemne doxología que es la oración eucarística está marcada por el AMEN final, el más importante de toda la Eucaristía. Significa nuestra adhesión, nuestra conformidad con toda la oración eucarística. Debe ser fuerte, lo podemos solemnizar, triplicándolo, o al menos por ampliándolo.

Padre Nuestro
Con el Padre Nuestro comienza la liturgia de la Comunión: los hermanos que recibirán el cuerpo de Cristo procuran entrar con esta oración en una actitud filial de confianza y de perdón mutuo. Podemos cantarlo o recitarlo, lo importante es mantener el ambiente de oración.  

Cordero de Dios   
El gesto de la "fracción del pan", repite aquel de Cristo, que en la última cena, "partió el pan". El "Cordero de Dios" es el canto que acompaña todo este ritual, y debe ayudar a la asamblea a entrar en la solemnidad y trascendencia de este momento.

Tenemos que garantizar el inicio temprano de este canto que acompaña la Fracción del pan, instantes después del rito de paz.  

Canto de comunión:
San Agustín nos dice: "Cristiano, conviértete en lo que eres: el Cuerpo de Cristo." Acercarse a comulgar es acercarse a Cristo con toda nuestra vida, nuestras luchas, nuestras oportunidades de dar testimonio de la fe, nuestras dificultades vividas desde la esperanza etc. En cada Eucaristía, Cristo reúne a sus amigos para santificar sus vidas y poco a poco convertirlos en él por su amor. Por lo tanto, el canto que acompaña a la procesión de los fieles debe hacerlo desde una interioridad que promueva una comunión profunda, o también puede ser ejecutado después de la procesión en una acción de gracias tranquila.  

Para favorecer la oración de los fieles, es recomendable escoger un canto cuyo estribillo sea fácil y pueda ser entonado de memoria, pues es probable que las personas no dispongan de los cancioneros cuando se unan a la procesión. El animador puede animar el estribillo en el ambón, pero para las estrofas puede confiar en la coral, un pequeño coro o unos pocos solistas. Un recurso que embellece este momento de la liturgia es dedicar algunos momentos del canto para ejecutar un fragmento instrumental si se dispone de instrumentistas capaces de ello.   

Acción de Gracias
Una vez finalizada la distribución de la comunión, el sacerdote y los fieles, si es oportuno, pueden rezar en silencio por un tiempo. También es posible, si así se decide, que toda la asamblea pueda ejecutar un himno, salmo u otro canto de alabanza.

Despedida y bendición:
Después del saludo y la bendición, el sacerdote despide a la asamblea. La bendición significa la protección de la Trinidad, el Señor permanece con nosotros.   

Canto de envío:
Aunque no esté previsto por el Misal, el canto de envío sin ser una obligación, sí es muy aconsejable. Podemos entender que este canto es como una prolongación del envío misionero con el que concluye la celebración "Podéis ir en paz." ¡Que sea un canto conocido, alegre y en el que pueda participar toda la asamblea!

¡Pesemos en la alegría transmite nuestra alegría en el ambón! ¡Eres la última persona que los fieles ven antes de salir de la iglesia!